Háblame otra vez de ella
-¿Por qué?
-Sé que te gusta recordarla
-Era guapa, para mi era perfecta
-No, no te limites a recitar las palabras, cierra los ojos y recuérdala
-Apenas siento los detalles...las pequeñas cosas que jamás se expresan con palabras... y siento ciertos momentos extremos... aunque no lo desee... lo uno todo y consigo sentir a esa persona... lo bastante como para saber cuánto la echo de menos y cuánto odio a la persona que nos la arrebató.
Seguidores
6.25.2012
6.14.2012
STNHP.
No siento dolor, tampoco rabia ni odio ni resentimiento. Es curioso
porque son tres sentimientos que me han acompañado desde que era un niño
engendrados por las palizas de mi padre y la indiferencia de mi
madre.Borré de mi interior cualquier rastro de humanidad, me convertí en
una fiera, perseguí con ansia el poder y recorrí de su mano un camino
de muerte y sufrimiento. Los hombres me temían y las mujeres se metían
entre las sábanas de mi cama.Poder, riqueza, fama. Conseguí todo lo que
había deseado y sin embargo me sentía muerto. Sí, estaba muerto. Para
darme cuenta bastó sólo una mirada, una mirada que giró mi vida 180
grados. Ella me miró de una forma diferente, vió que dentro de la fiera
todavía existía un poquito de humanidad. Ella me trajo de nuevo a la
vida, me dio el cariño que siempre había necesitado, fue mi razón para
sobrevivir, para dejarlo todo atrás, empezar de nuevo.Me arrepiento de
muchas cosas, pero no cambiaría por nada del mundo un último amanecer al
lado de ella.Si este es el precio que debo de pagar por haberla amado,
no hay nada en toda mi vida que me haya salido más barato.
Perdone Señor esta alegría.
Yo ya me despedía.... y palpitante
cerca mi labio de tus labios rojos,
«Hasta mañana», susurraste;
yo te miré a los ojos un instante
y tú cerraste sin pensar los ojos
y te di el primer beso: alcé la frente
iluminado por mi dicha cierta.
Salí a la calle alborozadamente
mientras tu te asomabas a la puerta
mirándome encendido y sonriente.
Volví la cara en dulce arrobamiento,
y sin dejarte de mirar siquiera,
salté a un tranvía en raudo movimiento;
y me quedé mirándote un momento
y sonriendo con el alma entera,
y aún más te sonreí... Y en el tranvía
a un ansioso, sarcástico y curioso,
que nos miró a los dos con ironía,
le dije poniéndome dichosa:
-«Perdóneme, Señor esta alegría.»
cerca mi labio de tus labios rojos,
«Hasta mañana», susurraste;
yo te miré a los ojos un instante
y tú cerraste sin pensar los ojos
y te di el primer beso: alcé la frente
iluminado por mi dicha cierta.
Salí a la calle alborozadamente
mientras tu te asomabas a la puerta
mirándome encendido y sonriente.
Volví la cara en dulce arrobamiento,
y sin dejarte de mirar siquiera,
salté a un tranvía en raudo movimiento;
y me quedé mirándote un momento
y sonriendo con el alma entera,
y aún más te sonreí... Y en el tranvía
a un ansioso, sarcástico y curioso,
que nos miró a los dos con ironía,
le dije poniéndome dichosa:
-«Perdóneme, Señor esta alegría.»
Suscribirse a:
Entradas (Atom)